Creé este espacio para compartir ideas, experiencias y curiosidades, propias o ajenas, y para problematizar acerca de lo que me rodea. Y la web -el único espacio que todavía es de todos- es el mejor lugar para hacerlo. Escribo desde la comprensión y la emoción a la vez y pretendo conectar cabezas. Bienvenido!
viernes, 14 de septiembre de 2012
jueves, 6 de septiembre de 2012
¿Qué me estás diciendo...?
Fritz Perls dijo una vez: “Mientras combatas un síntoma,
éste se agravará. Cuando asumas la responsabilidad por lo que te estás haciendo
a ti mismo, por la forma como provocas tus propios síntomas, por la manera como
originas tus propias enfermedades y moldeas tu propia existencia –en cuanto te
pongas en contacto contigo mismo-, empezará tu verdadero crecimiento y tu
integración”.
Una pensaría que lo "normal" debería ser que, como seres
racionales, al enfrentarnos a algo impertinente o doloroso,
hiciésemos lo que estuviese a nuestro alcance para cambiar dicha situación, o
al menos para compensarla en caso de no poder resolverla de forma inmediata...
¿No?
Pienso que de momento, podríamos dejar la queja y el lamento
de lado -de esos que sólo nos llevan a la inactividad, a la pasividad, a la comodidad
del “mira qué mal que estoy” sin hacer nada al respecto- y preguntarnos: “¿Qué
me está diciendo está situación?” “¿Qué me está diciendo esta enfermedad?” o
“¿Qué me está diciendo este “accidente”?”. Quizás así podamos sacar algunas
respuestas interesantes, que incluso nos ayuden a entender como recuperarnos o
salir de una situación indeseada…
Think about it
martes, 4 de septiembre de 2012
Press Start
Doy inicio al blog. Por muchas "entradas" más. Salud!!
I was a prisoner
inside my own mind. I was my own daemons. And the most curious thing was that,
I was completely aware of it…
Desde temprana edad somaticé en
mi organismo/cuerpo TODO lo que vivía internamente en mi mente. Y desde chica
fui siempre muy aprehensiva y autoreprimida, guardando todo en ese nudo que se
forma en la garganta que años tras año crecía más y más. Y al ser además un ser
muy sensible, y como suelo decir, muy “parabólica” de todo lo que rondaba cerca
de mi, todo este encierro se expresaba en mi salud. Muy predispuesta a todo
tipo de infecciones, mis defensas no parecían bancar nada que se les plantase
delante, y sufrí de trastornos físicos medianamente severos a muy temprana
edad.
Pero fue gracias a esto, gracias
a mi sensibilidad, gracias a que me sucedió a temprana edad, que pude reflexionar
sobre lo que me pasaba. Pude salir de la frustración, del dolor en que estaba
inmersa y mirar desde fuera. Y pude ver que gran parte de lo que me estaba
sucediendo era causado por mi propia actitud, yo misma estaba enfermándo-me.
Estaba sometiendo a mi organismo a angustias y estrés causados por fantasmas
que vivían simplemente en mi cabeza. Y eso afectaba directamente a mi cuerpo, a
mis órganos, mi sistema respiratorio, digestivo, urinario, la tríada de
trastornos físicos característica que la medicina china relaciona directamente
con cierto tipo de personalidad del tipo introvertida, y sobre todo reprimida.
Personas que se guardan todo dentro. Y acumulan indefinidamente. ¿Qué bueno puede salir de acumular lo negativo, de acumular esa inseguridad y esos miedos dentro de uno? ¿Qué cuerpo puede aguantar eso por mucho tiempo?
A veces viajo con algunas de las visiones (que
por suerte están comenzando a cambiar lentamente) de la medicina occidental,
visiones tan sintomáticas y segmentadas de la salud. Donde no somos un cuerpo y
mente y ser en comunidad, un todo holístico y complejo, atravesado por
infinitas variables, sino que somos “un hígado enfermo”, “un músculo lesionado”
o “un esquizofrénico con delirios paranoides”.
Experimenté en mi misma la prueba de esto. Yo misma me estaba
enfermando, al reprimir de esa manera mi propio ser, me encontraba encadenada, y la medicina occidental no supo casi que ayudarme, porque me trataba los síntomas, sin mirar las causas, sin verme como un todo.
Y vino un punto en que, luego de
un largo proceso de concientización, llegué a la realización de que debía
dejarme de pavadas y encarar, porque si yo no me cuidaba, respetaba y no creía en mi misma, nadie iba a hacerlo por mí. Decidí
enfrentar esos demonios que tanto me acechaban, o sea, enfrentarme cara a cara
conmigo misma. Entrar a la oscuridad sin linterna, abrir la caja de pandora sin
miedos, y con confianza de que iba a salir del otro lado renovada, de que en el
camino iba a saber encontrar y crear las herramientas que necesitase para
atravesar ese proceso de autoanálisis e insight
que tanto necesitaba para mejorar mi salud física y mental, mi relacionamiento
conmigo misma y por ende y como consecuencia, mi relacionamiento con los demás.
Me lo tomé como un desafío, como
uno de los primeros desafíos que iba a tener que enfrentar si quería superarme
a mi misma como ser, como hija, como amiga, como compañera, como mujer, como
Ale. Y no, no fue fácil. Fue difícil, llevó su tiempo, requirió paciencia,
atravesé momentos de frustración, de caer en viejas rutinas sin darme cuenta,
“tropezar con la misma piedra” como dicen. Pero también, cuando quise ver, era
otra Ale. Era Ale, la misma Ale de siempre, pero a su vez era otra, más
abierta, flexible, despejada. Lista para enfrentar el resto de los desafíos que la vida me deparase, esta vez fortalecida. Y después de todo, aquello que viene fácil en la vida seguramente no valía tanto la pena. Es aquello que cuesta lo que va a ser más gratificante, y si sabemos aprovecharlo, lo que nos va a dejar los aprendizajes más valiosos.
Es curioso como siempre hablamos
de las cadenas externas, de los condicionamientos del entorno en el que
estamos, de la represión y control sociales. Pero poco se habla de las cadenas
a las que nosotros mismos nos atamos, más que cadenas a veces inclusive anclas.
Y son quizás estas últimas las que son más difíciles de romper.
Agradezco haber tenido esa temprana y aparente "debilidad" física, que hizo que mi cuerpo siempre se quejase o reaccionase frente a aquello insano que provenía de mi interior y del exterior. De no haber sido así, quizás me hubiese quedado en la comodidad del "no sentir", no hubiese sentido la necesidad de cambiar aquello que me producía malestar, y no hubiese asumido la respondabilidad sobre mi propio bienestar.
Mi reflexión a partir de mi
experiencia personal: embrace la
angustia. Es necesaria. Si sabes usarla a tu favor, te servirá de drive en tu viaje personal. Confía en
ti mismo, en que vas a tener las herramientas para salir de (o sobrellevar) las situaciones en
las que te encuentres, y que si no sale a la primera, no importa, que lleva su
tiempo y que quizás inclusive ese tiempo no sea ahora, pero si más adelante.
Recuerda que el simple hecho de auto cuestionarse e intentar superarse a uno
mismo ya es un paso gigantesco en esa dirección de crecimiento.
Anímate a ir a tu pozo, a abrir
esa caja de pandora, a mirar en los ojos de tu ser interno, ese que solo tú
conoces y solo tú vas a conocer siempre. Re-conócelo, y de ser necesario,
re-defínelo. Nada es estático, somos seres en movimiento, en constante cambio,
anímate a dar ese paso al “aparente” vacío, y confía que vas a tener las
herramientas para salir adelante. Rodéate de aquellas personas genuinas que
espontáneamente te quieran acompañar en tu viaje, y apóyate en ellos cuando lo
necesites. Que alguien te ayude no significa que fallaste, sino que no estás en
el ruedo solo. Arriba!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)