domingo, 4 de noviembre de 2012

El "síndrome de la impaciencia" y otras yerbas



Haciendo algunas lecturas para clase (obligadas), para un trabajo investigativo-descriptivo que estoy realizando con una compañera, me crucé con un texto que me atrapó en cuanto al análisis tan preciso que hace de lo que el llama “el síndrome de la impaciencia” hoy en día. El autor es Zygmunt Bauman y su texto, “Los retos de la Educación en la Modernidad Líquida”.

Para contextualizar un poco, Zygmunt Bauman, nacido en Polonia en 1928, fue Profesor de Filosofía y Sociología, y es uno de los comentaristas más destacados de la sociedad de consumo moderna. En este texto, fragmentos del cual copiaré debajo y que compararé con otras lecturas que me parecieron que complementan muy bien sus ideas, explica como nuestro nuevo orden de vida se ha visto acelerado por la necesidad y casi obligación que tenemos de aprovechar tantas oportunidades de felicidad como sea posible, no vaya a ser que no vivamos a pleno todo momento!! ¡Pospongamos las idas al baño señoras y señores! ¡Hay que vivir el ahora! ¡No te lo pierdas!: todo esto nos da una sensación de ser “alguien nuevo” a cada momento, es una superficialización y malinterpretación del carpe diem, es a mi entender una mercantilización economizadora del tiempo…

Nuestra identidad se construye por medio de accesorios comprados, y a su vez, la oferta de información nos bombardea por todos lados, lo que influencia nuestra forma de relacionarnos con el saber, con el trabajo y con la vida en general. Frente a esto, la educación abandonó la idea de un conocimiento que sea útil para toda la vida, y la sustituyó por la del conocimiento de “usar y tirar”.
Es entonces que Bauman incita a que la formación deje de estar tan centrada en el trabajo técnico, y que se preocupe en no generar ciudadanos ignorantes, que no puedan comprender las circunstancias políticas y sociales en las que viven y por ende, menos puedan controlar el futuro de éstas y el suyo propio. 

Aquí dejo fragmentos del texto acompañados de algunas ideas propias que estos me despertaron:
“(Hay hoy) productos que ahorran tiempo y esfuerzo y pueden consumirse instantáneamente sin complicaciones. […] Labores que solían efectuarse diariamente […] han llegado a considerarse y experimentarse como pérdida desechable, aborrecible y detestable de tiempo y energía. [..] Cada vez hay más niños estadounidenses […] que consideran agobiante el esfuerzo que implica comer una manzana […] una inversión de tiempo excesiva para la cantidad de placer obtenida. […] Ahora la satisfacción puede ser instantánea. […] Ya no es necesario posponer las necesidades. La espera […] ha sido finalmente eliminada del deseo.”

Pareciera salido de un reclame de televisión: “¿Usted estaba cansado de gastar horas al día cocinándose para poder alimentarse correctamente? ¿Tiene mejores cosas que hacer que estar gastando su tiempo leyendo o produciendo sinapsis? ¿Quiere salir al mundo y aprovechar cada oportunidad que se le presente sin preocuparse del prójimo al que pasar por arriba para hacerlo, o del tiempo que no le da? Ha tocado en la puerta correcta, ¡aquí le ofrecemos una pastilla que al tomarla, le ofrece toda la nutrición y conocimiento que usted estaba buscando, sin perder más tiempo! ¿No es genial ahora poder dedicarse a vivir realmente?”

El síndrome de la impaciencia. David Shi: ‘Esperar se ha convertido en una circunstancia intolerable’. Shi la ha apodado como ‘síndrome de la aceleración’ a este nuevo estado de ánimo. […] Max Weber había elegido la postergación de la gratificación como la virtud suprema de los pioneros del capitalismo moderno y como la fuente primera de su asombroso éxito. (Pero) El tiempo ha llegado a ser un recurso […] cuyo gasto se considera unánimemente abominable, injustificable e intolerable.”

“En nuestros días, toda demora, dilación o espera se ha transformado en un estigma de inferioridad. […] (El) privilegio es el acceso a los atajos, a los medios que permiten alcanzar la gratificación instantáneamente. La posición de cada uno en la escala jerárquica […] el ascenso […] se mide por la creciente habilidad para obtener lo que uno quiere […] ahora, sin demora.”

Esto suena a una excusa de aquel que nunca supo superar su propia intolerancia a la frustración y ahora tiene el argumento perfecto para seguir siendo un impaciente empedernido: “la demora es intolerable”. Como dice The Offspring en su canción ‘Americana’: “I want it right now ‘cause my generation don’t like to wait!!” (Lo quiero ya mismo porque a mi generación no le gusta esperar). 

Parece que nos olvidamos que aquellas cosas que valen la pena en la vida generalmente salieron del esfuerzo, y no fueron las facilitas. No estoy hablando del esfuerzo obligado e impuesto externamente en forma de trabajo asalariado. Me refiero al esfuerzo que sale del interés interno por lograr algo, que tiene empuje propio, y que no sólo se premia con la meta, sino que también sabe aprovechar el proceso y aprender de éste también. El esfuerzo que produce la real gratificación luego, de algo que nosotros mismos generamos por y para nosotros (y/o para otros). No, parece que, cómo es más fácil, y sufro menos, y cuesta menos, aplico esta teoría “economizadora” a todo, e invento mecanismos que me ayudan a tomar atajos que me van a permitir LLEGAR a esa meta más rápido, más barato, y sin recargo! Una meta que luego, encima, será descartada rápidamente por otra que la deja obsoleta en seguida, porque, ¡hay que seguir moviéndose! Never stop people! O la frase que ha adoptado la generación “bieber fever” y que ha también banalizado: Never say never… Es el sumun del sistema monetario, se aplica la mentalidad mercantilista hasta en los aspectos más impensables de nuestras vidas. 

Leí por ahí…: “Si quieres llegar rápido, camina solo. Si quieres llegar lejos, camina en grupo”.

“[…] el mercado está siempre dispuesto a suministrar premios de consolación […] reservados para el goce de unos pocos selectos. […] un panadero neoyorquino: ‘No puede usted imaginar lo estúpido que me siento cuando les hablo a mis hijos de compromiso. Como es una virtud abstracta, no la ven en ninguna parte’.”
Como todo es descartable, y está cambiando y siendo remplazado por algo nuevo que quiero nuevamente de inmediato, a todo momento, puedo prescindir del compromiso. No lo necesito en un mundo así, es un valor totalmente innecesario, ¿donde se aplicaría? No debo hacerme responsable de nada ni nadie, y de la mano del compromiso, caen también la solidaridad, y la empatía, a la basura. No tienen cabida en ese mundo de consumo compulsivo de cosas y emociones.

“[…] ‘el tiempo es dinero’: el tiempo es un valor, el tiempo es importante, es algo que debemos atesorar y cuidar, como hacemos con nuestro capital y nuestras inversiones. El ‘síndrome de la impaciencia’ transmite el mensaje inverso: el tiempo es un fastidio y una faena, una contrariedad, un desaire a la libertad humana, una amenaza […] El tiempo es un ladrón. Si uno acepta esperar, postergar las recompensas debidas a su paciencia, será despojado de las oportunidades de alegría y placer que tienen la costumbre de presentarse una sola vez y desaparecer para siempre. […] trae consigo pérdidas y no ganancias. El paso del tiempo presagia la disminución de oportunidades que debieron cogerse y consumirse cuando se presentaron.”

Como decía hoy, esta mentalidad mercantilista, aquí lo expresa Bauman! “El tiempo es dinero”. ¿Tomarse su tiempo? ¿Cada cual a su ritmo personal, igualmente siguiendo un ritmo colectivo? No señor, no. ¿No recuerdan al conejito de Alicia? Nunca HABÍA tiempo. Que curioso, cuando el tiempo es una construcción nuestra, y podemos y deberíamos administrarlo respetando nuestros procesos naturales. But not here, my dear. Corre, Lola, Corre.

“Edward D. Myers observó en 1960: ‘la creciente tendencia a considerar la educación como un producto antes que como un proceso’. Cuando es considerada como un producto, la educación pasa a ser una cosa que se ‘consigue’, completa y terminada, o relativamente acabada. […] Myers hubiera preferido que la educación fuera juzgada como una empresa continua que dura toda la vida. Tampoco le agradó la tendencia a cortar el pastel del conocimiento en pequeñas porciones, una para cada oficio o profesión. […] El ‘apetito de conocimiento’ debería hacerse gradualmente más intenso a lo largo de toda la vida, a fin de que cada individuo ‘continúe creciendo’ y sea a la vez una persona mejor. […] Lo que Myers consideraba errado del pensamiento educativo de la época era solamente esa noción de que los jóvenes podían obtener su educación de una vez y para siempre, como una adquisición única, en lugar de considerarla una búsqueda continua de posesiones cada vez más numerosas y ricas que se agregarían a las ya adquiridas.”

Lo mismo que mencionaba anteriormente: se ignora por completo el proceso, ¡y se busca solamente el producto! Y qué ejemplo el de la educación, donde, mediante sus formas de evaluación nomás, se demuestra esta creencia implícita, y bastante explícita también, de que debes CONSEGUIR el conocimiento, devorarlo, ingresarlo a la caja registradora, check in, check out, get in, get out, get off. ¿Te esforzaste todo el año por comprender una temática totalmente descontextualizada de su práctica, y sin relación a tu entorno? ¿Debiste aprender sus contenidos de forma mecánica y memorística para luego volcarla en una evaluación que te avalaría el “seguir al siguiente nivel” o de lo contrario “siga participando”? ¿Una evaluación que no tuvo en cuenta nunca todo tu esfuerzo y trabajo, sino que evaluó una única situación puntual y totalmente no representativa de tus reales conocimientos en la materia? ¿Y además sientes que los conocimientos que has adquirido están demasiado divididos en porciones de acuerdo a “disciplinas” compartimentadas que dificultan una integración de los mismos? Y  bueno amigo, lo lamentamos mucho, pero ¡tenés que prepararte para el mundo educativo y laboral, que es muy cruel allá afuera, y si te hacemos muy tiernesito desde el vamos, te van a comer en dos panes!”.
 
Desdeño esa concepción de la adquisición de conocimientos ya armados, ya terminados, sin capacidad de revisión, que se adquieren una única vez,  conocimientos acabados, divididos en pequeñas porciones, donde se ignora por completo la búsqueda continua de superación mediante la adquisición de nuevos conocimientos, que se agregan a los que ya existen, más que como una línea, debería verse como un espiral, donde el crecimiento es continuo, en pos de la superación personal y en una relación de dualidad entre el interés intrínseco y el mundo exterior

El conocimiento: el conocimiento se esperaba que durara, y la educación tenía valor en la medida que ofreciera conocimiento de valor duradero. […] la educación debía encararse como la adquisición de un producto que, como todas las demás posesiones, podía y debía atesorarse y conservarse para siempre. […] En nuestra ‘modernidad líquida’, las posesiones duraderas, los productos que supuestamente uno compraba una vez y ya no remplazaba nunca más, […] han perdido su antiguo encanto.”

Este fragmento me remite a dos temas “diferentes”. Por un lado, me recuerda a lo que plantea Ken Robinson, en este video,  “Tengo gran interés en la educación, y creo que todos lo tenemos, porque tenemos muchísimo invertido en ella, en parte porque se supone nos llevará a ese futuro que no podemos comprender […] Nadie tiene idea de cómo va a lucir el mundo dentro de 5 años, y sin embargo se supone que los educamos (a los niños) para eso […] Nuestro sistema educativo se basa en la idea de habilidad académica. Y hay una razón: todo el sistema fue inventado (en el mundo no había sistemas de educación pública antes del S. XIX). Surgieron por la necesidad de industrialización. […] En los próximos 30 años, según la UNESCO, más personas en el mundo se graduarán mediante la educación que todas desde el principio de la historia. […] De repente los títulos no valen nada. Cuando yo era estudiante, si tenías un título, tenías un trabajo. Pero ahora los jóvenes titulados con frecuencia se van a casa a seguir jugando videojuegos, porque necesitas maestría donde antes necesitabas licenciatura, y ahora necesitas un doctorado para el otro. Es un proceso de inflación académica. E indica que toda la estructura de la educación está cambiando bajo nuestros pies. Necesitamos repensar radicalmente nuestra visión de la inteligencia…” Cuando Bauman habla de educación como valor que se atesora y se conserva para siempre, aquí Ken Robinson lo amplía ¿verdad? Esa fantasía ya no logra disimularse. Y la mercantilización de la educación nos ha llevado a, como bien dice él, una inflación académica, que ya no tiene sentido de ser, ni sustento lógico argumental real. 

Por otro lado, ese fragmento me recuerda a algo que leí acerca de la obsolescencia programada. Ahora, no soy experta en el tema, ni nada por el estilo, y les recomiendo que si les interesa el tema miren los cortos documentales Comprar, Tirar, Comprar, y/o La Historia de las Cosas. La obsolescencia programa es la reducción deliberada de la vida de un producto para incrementar su consumo. Y citando a Wikipedia: “es la determinación, la planificación o programación del fin de la vida útil de un producto o servicio de modo que —tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por la empresa de servicios durante la fase de diseño de dicho producto o servicio— éste se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible. El potencial de la obsolescencia programada es considerable y cuantificable para beneficiar al fabricante, dado que en algún momento fallará el producto y obligará al consumidor a que adquiera otro satisfactor. El objetivo de la obsolescencia programada es el lucro económico inmediato. Por ello el cuidado y el respeto de aire, agua, ambiente y por ende el ser humano pasan a un segundo plano de prioridades. Cada producto que se vuelve obsoleto implica contaminación. Es un evidente problema del actual sistema de producción y económico: no se ajusta en absoluto a la armonía y al equilibrio de la naturaleza.” Bauman decía que las posesiones duraderas, los productos que nunca más se remplazaban, ya han perdido su encanto, y esto se está aplicando en todos los ámbitos de nuestras vidas. No sólo en el mundo de “la moda”, que dictamina aquello que está “in” de aquello que está “out”, con simples criterios de mercado y venta, sino que esta modalidad ha ingresado a nuestras vidas, nos manejamos día a día con ella. Desechamos vínculos, relaciones, tareas, sueños, objetos materiales, e ideas, para cambiarlas por “lo nuevo”, porque no los alcanzamos lo suficientemente rápido, de acuerdo a nuestras expectativas frenéticas, porque ya “no funcionan” o porque la rosca consumista de renovar todo periódicamente se nos metió en las venas, y queremos ese “lucro inmediato” que falsamente nos lo ofrecen vínculos casuales y superfluos u objetos descartables.

“La historia de la educación está plagada de períodos críticos en los cuales se hizo evidente que las premisas y estrategias probadas y aparentemente confiables habían perdido contacto con la realidad y exigían ajustes o una reforma […] Los retos actuales están golpeando duramente la esencia misma de la idea de educación […] hoy está en tela de juicio lo invariable de la idea […] los supuestos nunca antes cuestionados (pierden) vigencia.” 

Esto me remite al análisis que realiza el biólogo y pedagogo Rafael Porlán respecto del currículum tradicional en la educación (recomiendo lectura de su libro “Cambiar la Escuela”). Él entiende por creencias o concepciones implícitas los puntos de vista de los involucrados en la educación, que son supuestos obvios sin los cuales no tendría sentido hacer lo que se hace. Dicho enfoque tradicional de la enseñanza es actualmente el mayoritario, con matices aquí y allá, y las concepciones implícitas que lo sustentan ya no soportan una crítica rigurosa. Como bien dijo Bauman también, estos supuestos en general ya no son confiables, vigentes, no tienen contacto con la realidad, y exigen una reforma. 

“En el mundo de la modernidad líquida, la solidez de las cosas, como ocurre con la solidez de los vínculos humanos, se interpreta como una amenaza. Cualquier juramento de lealtad, cualquier compromiso a largo plazo auguran un futuro cargado de obligaciones que restringiría la libertad de movimiento y reduciría la capacidad de aprovechar las nuevas y todavía desconocidas oportunidades en el momento en que se presenten. La perspectiva de cargar con una responsabilidad de por vida se desdeña como algo repulsivo y alarmante.”

¡No vaya a ser que logremos conectar con nosotros mismos y expandir nuestros horizontes de posibilidades! Mejor pasemos de un momento a otro sin detenernos a recapacitar mucho, ¿para qué queremos solidez en nuestras vidas, en nuestros vínculos? Si vivimos mejor, menos tristes, extrañamos menos y es menos doloroso vivir en un “ignorance bliss”, que realmente abrirnos, permitirnos querer y dejarnos querer, dar antes que recibir, o apegarnos a personas o cosas que van a complicar más nuestro ser ya trastornado intelectual y emocionalmente: es “más fácil” así. Algo que he venido escuchando mucho últimamente es la nueva forma neo-pseudo-hippie del “desapego”. Queridos, entendamos que no estamos experimentando una epifanía relacionada al desapego positivo, aquel que logramos alcanzar luego de encontrarnos altamente atados a algo que nos anclaba, que era pernicioso para nosotros u otros… ¡No! Lo que estamos experimentando es una era de incapacidad de apego. Y, desde este lugar, la teoría del desapego nos viene bárbaro como justificación para seguir siendo unos dañados emocionales, individualistas, ególatras y cobardes llenos de miedo de conectar con algo o alguien y salir perdiendo. ¡Por favor! ¿En qué momento nos volvimos tan llenos de miedos, cuando perdimos la valentía, las ganas de vivir plenamente cada emoción, sin importar cual, a sabiendas que todo es parte de…? Entendamos, partamos de la base, que la vida es mayoritariamente y entre otras cosas ¡aprender a perder! ¿Por qué estamos evitando directamente conectar, sentirnos parte de algo, o sentirnos en sintonía con alguien? ¿Será por temor a que eso cambie, o a que lo perdamos? Terminamos no entregándonos a nada y a nadie. Y después terminamos superficializando conceptos como el de “desapego”, porque nos viene como anillo al dedo para seguir en nuestro camino individualista y temeroso. A animarse un poco más, a tirarse más a la piscina esa que siempre evitamos. La vida y el aprendizaje no terminan en aprovechar todas y cada una de las oportunidades que se nos presentan. Va también en priorizar, valorizar esas oportunidades, y hacer lo mejor de ellas. Y sobre todo, en que ellas nos ayuden a hacer lo mejor de nosotros mismos. Si debo pasar por arriba, abandonar o remplazar a cada ser que está en mi camino, para perseguir “mi sueño”, ¿qué tipo de persona estoy eligiendo ser? ¿Realmente vale la pena? I wonder…

“Las revistas de moda no aconsejan ahora sobre ‘lo que hay que hacer o tener’ sino sobre lo que ‘ya no se usa’ y debe descartarse. Italo Calvino en su ‘ciudad invisible’ dice ‘la opulencia puede medirse no tanto por las cosas que se fabrican, se venden y se compran cada día sino por las cosas que se tiran diariamente para dejar lugar a las nuevas. La alegría de ‘deshacerse’ de las cosas, de descartarlas, de arrojarlas al cubo de la basura, es la verdadera pasión de nuestro mundo’.”

La capacidad de durar mucho tiempo y servir indefinidamente a su propietario ya no juega a favor de un producto […] El consumismo de hoy no se define por la acumulación de cosas, sino por el breve goce de esas cosas. […] El conocimiento se ajusta al uso instantáneo y se concibe para que se utilice una sola vez.”

“Hoy el conocimiento es una mercancía. Hoy es posible patentar pequeñas porciones de conocimientos. […] el destino de la mercancía es perder valor de mercado velozmente y ser remplazada por otras versiones ‘nuevas y mejoradas’ que pretenden tener nuevas características diferenciales, tan transitorias como las de los productos que acaban de ser desechados porque ya perdieron su momentáneo poder de seducción

“¿Qué ocurre cuando el mundo cambia de una manera que continuamente desafía la verdad del conocimiento existente y toma constantemente por sorpresa hasta a las personas ‘mejor informadas’? […] El mundo, tal como se vive hoy, parece más un artefacto proyectado para olvidar que un lugar para el aprendizaje.”

Si vivimos en un mundo que está en constante cambio, que se auto-actualiza permanentemente, ¿qué sentido tiene seguir perpetuando los mismos esquemas de transmisión de conocimiento, de mercado, y de relacionamiento de hace dos siglos? Por más que éstos hayan sido “emparchados” y arreglados para aparentar ser modernos, y en “la corta” logren algún cambio…

“Para afianzar las reglas de sus estrategias y la lógica de sus acciones, los líderes contemporáneos del mundo de los negocios utilizan los tropos (figuras retóricas) de la ‘danza’ y del ‘surf’. Ya no hablan de la ‘ingeniería’ como lo hacían sus abuelos y todavía sus padres, sino de ‘culturas’ y ‘redes’, de ‘equipos’ y ‘coaliciones’, y antes que hablar de control, liderazgo o, más específicamente, de dirección, prefieren hablar de ‘influencias’.”

Esto es totalmente cierto. El Sistema y particularmente, el Mercado, ha tomado toda acción y tendencia contracultural que ha existido y la ha fagocitado, empaquetado y vuelto comercial, no sólo para callarla sino para sacar provecho de estas. El punk, el movimiento hippie, hasta el reciclado y el ser “consciente” con el medio ambiente. Párenme si estoy diciendo algo muy loco…

Ahora se toman ciertas palabras que suenan más leves para disfrazar las mismas estrategias de negocios y control de siempre. Seguís estando a merced de tu jefe, pero éste ahora es “cool”, hace surf, se viste a lo hipster, escucha Florence and the Machine, te tira un par de citas de Oscar Wilde que leyó en Facebook, y sale contigo a tomarse una los viernes luego del laburo. La evolución del control, ahora disimulado. ¿Me fui a la mierda? Quizás Bauman lo explica mejor que yo :P

“Como señaló Ralph Waldo Emerson hace ya mucho tiempo, cada uno se desliza sobre una capa delgada de hielo, la salvación está en la velocidad. […] En un mundo volátil como el de la modernidad líquida, en el cual casi ninguna estructura conserva su forma el tiempo suficiente como para garantizar alguna confianza y cristalizarse en una responsabilidad a largo plazo […] andar es mejor que estar sentado, correr es mejor que andar.”
La Memoria: En nuestro volátil mundo de cambio instantáneo y errático […] las preferencias por los valores estables […] se convierten en desventajas. Por lo menos, esa es la posición en que las sitúa el mercado del conocimiento, para el cual (como sucede con las demás mercancías en los demás mercados) toda lealtad, todo vínculo inquebrantable y todo compromiso a largo plazo son anatema y también un obstáculo que hay que apartar enérgicamente del camino.”

“Como observaba Dany-Robert Dufour, ‘el capitalismo sueña no sólo con ampliar […] el territorio en el que todo objeto es una mercancía (derechos sobre el agua, derechos sobre el genoma y sobre todas las especies vivas, órganos humanos […]) hasta los límites del globo; también procura expandirlo en profundidad a fin de abarcar los asuntos privados, alguna vez a cargo del individuo (subjetividad, sexualidad […]) y ahora incluidos en la categoría de mercadería’

“[…] ‘disciplinar y vigilar’ se agota rápidamente. Y es fácil de comprender por qué: la dominación debe lograrse y asegurarse dedicando mucho menos esfuerzo, tiempo y dinero. […] Ahora le corresponde al subordinado comportarse.”

He aquí la evolución de los mecanismos de control. Pasamos del control externo al control internalizado, aceptado, disimulado. Damn…

“Como comprobaron Luc Blotanski y Ève Chiapello, quien quiera tener éxito en la organización que ha remplazado las situaciones laborales del tipo ‘laberinto de ratones de laboratorio’, debe mostrarse jovial, dueño de aptitudes comunicativas, abierto y curioso, ofreciendo a la venta su propia persona. […] Ahora es responsabilidad del empleado […] estar seguro de que su forma de actuar es convincente y tiene probabilidades de hallar aprobación no sólo en el presente sino en cualquier ocasión, en caso de que el gusto de quién lo examine cambie.”

Parece que no me fui tanto de tema con el ejemplo del jefe cool… ;)

“La receta para el éxito es ‘ser uno mismo’, no ser ‘como todos los demás’. Lo mejor que se vende es la diferencia y no la semejanza. […] hacen falta ideas insólitas, proyectos excepcionales nunca antes sugeridos por otros […] No parece sencillo cosechar y aprender semejantes virtudes en los libros de texto. […] Por definición, tales virtudes deberían desarrollarse ‘desde dentro’, mediante la liberación y la expansión de las ‘fuerzas interiores’ que están latentes en las oscuras entrañas de la personalidad, unas fuerzas que esperan ser despertadas para ponerse a trabajar.”

Lady Gaga sí que comprendió que lo que VENDE es la diferencia. ¡Y como vendió!

Y como dice Bauman, estas ideas insólitas no van a salir siguiendo el mismo camino que trata de homogeneizar. Deben surgir de una conexión con uno mismo real, que permita acceder a nuestra verdadera creatividad para construir algo realmente propio y original. Y generalmente, cuando este es sincero, no se quiere vender o lucrar con ello, sino que se quiere compartirlo. 

“Este es el tipo de conocimiento (inspiración) que ambicionan los hombres y mujeres de la modernidad líquida. Quieren tener asesores que les enseñen cómo ‘marchar’, antes que maestros que les aseguren que están recorriendo la única carretera posible, ya abarrotada.”

Debemos encontrar nuestros propios caminos, nuestros propios ritmos, y elegir quienes queremos que nos acompañen en ellos, y a quienes queremos acompañar en su propio viaje. Porque tampoco se trata de “mi viaje” o “tú viaje”, sino del nuestro.

“Según la vívida descripción de Paul Virilio, ‘el mundo actual ya no tiene ningún tipo de estabilidad, está todo el tiempo deslizándose, escurriéndose silenciosamente’”. 

Todo lo desconocido tiende a sentirse como una amenaza […] Los espacios en blanco del mapa del universo despiertan la curiosidad del aventurero, lo incitan a la acción y aumentan su determinación, valor y confianza. Prometen una interesante vida de descubrimientos […] Pero es muy diferente el caso de la masa impenetrable de información ‘objetivamente disponible’: todo está aquí, accesible ahora y al alcance de la mano y, sin embargo, insolente y enloquecedoramente distante, obstinadamente ajeno, más allá de toda esperanza de ser comprendido cabalmente alguna vez. […] La completa masa de conocimiento en oferta es el principal obstáculo que impide aceptar esa misma oferta. Y también es la principal amenaza a la confianza humana: seguramente debe de haber en alguna parte, en esta aterradora masa de información, una respuesta a cualquiera de los problemas que nos atormentan y así es cómo, si no se consigue hallar respuesta, sobrevienen inmediata y naturalmente la autocrítica y el menosprecio por uno mismo. [..] La masa hace que sus contenidos parezcan uniformemente descoloridos. […] Y la gente [...] no tiene manera de separar la paja del trigo.”

No desperdiciemos las grandes herramientas que tenemos para acceder a la información y por ende a la construcción del conocimiento. No nos dejemos cegar por la cantidad enorme de información a la que somos capaces de acceder a cada minuto. No malgastemos, desaprovechemos y derrochemos la posibilidad de Saber. No dejemos que nos la quiten, tampoco.

“Los programas de preguntas y respuestas de la televisión reflejan fielmente esta nueva uniformidad obtusa y desconcertante del conocimiento humano: el competidor recibe la misma cantidad de puntos por cada respuesta acertada, independientemente del tema a que se refiera la pregunta. La importancia de las preguntas y la consecuente trascendencia de las respuestas no cuentan. Y si contara, ¿cómo se las arreglaría uno para compararlas y medirlas?”

¿Cómo medimos quién ha aprendido más y quién no? ¿Quién ha sufrido más, y quién menos? ¿Quién ha vivido mucho y quién poco? Y sobre todas las cosas, ¿quién es víctima y quién victimario?

Conclusión: Asignar importancia a las diversas porciones de información y más aún asignar a algunas más importancia que a otras probablemente sea una de las tareas más complicadas y una de las decisiones más difíciles de tomar. La única regla empírica que puede guiarnos es la relevancia momentánea del tema, una relevancia que al cambiar de un momento a otro, hace que las porciones de conocimiento asimiladas pierdas su significación tan pronto como fueron adquiridas […] Como otras mercancías del mercado, son productos concebidos para ser consumidos instantáneamente, en el acto y por única vez. ”

Este es un consejo útil, entre muchos otros que nos cruzaremos por allí, para afrontar la importancia del Saber.

Aún debemos aprender el arte de vivir en un mundo sobresaturado de información. Y también debemos aprender el aún más difícil arte de preparar a las próximas generaciones para vivir en semejante mundo.”

Aprendamos a vivir. Quizás, de acuerdo a tu estado anímico, leas esto y te quedes con un sabor amargo del estilo “esto es pesimista”. Espero que puedas ver más allá de eso, que no le des esa interpretación, ya que tampoco fue esa mi intención. Sé que vivimos una vida de experiencias. Que es sumamente DUAL ya que nos da tanto pena, sufrimiento, dolor, y miedos, como nos da amor, cariño, compañía, amigos, esperanza y coraje. Entonces, debemos aprender a leer las críticas negativas del mundo en el que vivimos para tomarlas como una oportunidad de comprenderlo mejor, para poder transformarlo. Tratemos de analizar si aquellas cosas que DECIMOS se corresponden con las cosas que HACEMOS y PENSAMOS. Evaluemos si las filosofías que guían nuestras vidas tienen sustento, o si, sin darnos cuenta, nos fuimos dejando empapar de las filosofías de moda del momento, sin realmente aplicarlas en la práctica.
No es posible quedarse siempre sólo con aquello positivo. Por ende, no anulemos lo negativo, abracémoslo, es parte de, también. Aprendamos a aprender de todas las experiencias, sobre todo porque si bien es humano tropezar con la misma piedra, también es humano, aprender de lo vivido.

Preservemos los vínculos, ya que, he leído por ahí, que “Lo que Cura, es el Vínculo”. Creo que también es lo que nos fortalece. Animémonos a comprometernos con algo, alguien, o nosotros mismos. Y, por favor, seamos responsables en nuestros vínculos, en nuestro consumo, con nuestro hogar natural, asumamos realmente nuestro rol en lo que hacemos, decimos, e influimos. Con todo lo que ello implica.
A ti, que leíste todo esto entero, te regalo un abrazo, que siempre son gratis, y a vos, que estás tan lejos, pero tan cerca, te digo, anímate de una vez, ¿qué es lo peor que puede pasar/nos? Hoy, vos y yo compartimos. Y por esa razón, te quiero.

6 comentarios:

  1. Yo creo que hay una cosa fundamental a plantearnos para ser felices realmente (no felices consumidores, o ilusionarnos con felicidades rápidamente perennes, felices realmente)y ésta cosa es: para qué? (también conocido como propósito).
    Para qué consumir y consumir y consumir? para qué quiero más tiempo? para qué quiero estar libre? para qué?
    Porque cuando no hay para qué, todo viene bien. Y a la vez, nada viene bien. Hay una frase de una canción de U2 que me encanta y dice: you can never get enough of what you dont really need. Para mí se ha convertido en un sensor: si hay algo de lo que siempre quiero más, entonces realmente no necesito de eso. Si siempre quiero más, entonces no tengo necesidad de nada, lo que tengo, es un vacío interno.
    Yo creo que ese es el gran tema... esta es mi teoría: nos sentimos vacíos y en algún momento creímos que podíamos llenar ese vacío con cosas (artículos materiales, conocimiento, actividades, experiencias), así que comenzamos a echar esas cosas al vacío a ver si algo las llenaba. El tema es que no las llena.
    Dicen que nada fracasa como el éxito, yo en mi experiencia personal no puedo estar más de acuerdo. Nos han vendido muchas imágenes de éxito como una zanahoria delante del burro: caminamos y caminamos y jamás la alcanzamos. Pero, aquellos que logramos en algún área alcanzar la zanahoria, traemos muy malas noticias: nada pasa.
    La experiencia de éxito no la da el alcanzar la zanahoria. Si la da, es totalmente efímera. Nada pasa, nada cambia, no llena nada. No de verdad al menos. Generalmente llegado ese punto, te das cuenta que lo mejor estaba en el camino, pero el camino ya terminó y no puedes regresar.
    Para qué? esa es la cuestión. Qué información es relevante? depende. Qué cosas son necesarias? depende. Qué necesitas aprender? depende. No hay nada de bueno en tenerlo todo, saberlo todo ni hacerlo todo. Eso solo profundiza el vacío.
    En mi experiencia todas las experiencias saben igual. La diferencia no la hace la experiencia en sí, sino tu proceso interior respecto a la misma. Así que realmente no importa si dedicas tu tiempo a comer una manzana o a escalar el Everest, en ambos casos lo crucial será lo que pase dentro de ti.
    Para qué? esa es la herramienta que yo he encontrado para elegir, para caminar y para sentirme completa. Es la brújula que me indica qué hacer dentro de mi con cualquier experiencia que se presente. Es la que me permite ser feliz.
    Y por supuesto, aún muchas veces me encuentro con vacíos que no puedo llenar que desatan consumos compulsivos de alguna cosa... pero como esto se trata de estar atento y corregir, lo bueno es ir logrando que cada vez sean menos... total, llevará el tiempo que tenga que llevar porque si algo ha demostrado este universo del que somos parte, es que no es ansioso.
    Gracias por tus reflexiones y por compartirlas. Gracias por hacerlas extensas para educarnos en tomarnos un buen tiempo para leer. Abrazo!!

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    1. Hermoso aporte Ana. Muchas gracias a vos! Me alegra saber que las palabras llegan y son compartidas y aún más, retomadas y re-elaboradas, como debe ser, cada uno desde su experiencia ampliando-las.
      Me gusta eso del "para qué". Y como bien decís, llevará su tiempo el detectar esos consumos y sus propósitos, cuestionarlos :) Y aparecerán en el camino algunos vacíos sí, lo importante es reflexionarlos para poder a su vez transformarlos.
      Trato de calmar mis ansiedades diciéndome que el esfuerzo interior eventualmente dará sus frutos, cuando la cabeza anda mezclada cuesta, pero vale la pena.
      "Deixa que o tempo cure, deixa que a alma tenha a mesma edade que a edade do céu". Canción de Drexler, pero extrañamente me gusta más la versión de Moska, te la dejo! Es muy lindo su mensaje. Un abrazo!
      http://grooveshark.com/s/A+Idade+Do+Ceu/2GH2WV?src=5

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  2. Excelente trabajo, gracias por compartirlo

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    1. Gracias Andrés! Me alegro haya sido de tu agrado la lectura :)

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  3. El tiempo pasa, los síndromes siguen vigentes y tu elaboración intacta y tan elocuente. Me gustó mucho. Gracias

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    1. Muchas gracias Diana. Ya hace tiempo que escribí esta reflexión, y siempre es lindo re-leer, ver mi tren de pensamiento del momento, qué cosas se han modificado y cuáles se mantienen. Sobre todo es lindo ver que sigue generando conexiones con otros allá afuera, donde sea que se encuentren. ¡Un abrazo a la distancia!

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